9.5.07

Dios mío

¡Cuánto es bella la tierra que nos da el Señor! En sus manos infinitas amaso el barro de nuestras dichas, y en nuestros incrédulos ojos el asombro de lo creado. Nos brindo el alimento al igual que a las aves, el agua como a los peces, la libertad como a las aves y no nos hizo poco inferiores a los animales de la selva, puso en nuestras vidas corazón para amar, y no nos pidió nada a cambio, al contrario en nuestras debilidades y pecados envió a su propio hijo para salvarnos y sigue entre nosotros convertido en pan, en alimento sagrado. Proclama su amor en cada rayo de luna, en cada sol de la mañana, en cada palabra de vida que nos regala. Eres nuestra luz y nuestra verdad, hoy al igual que la samaritana me queda decirte que solo tengo sed de TI, ¡SEÑOR! (Mauricio Martínez R)

No hay comentarios.: